La leucemia linfoblástica aguda de células B (LLA B) es la más frecuente de la LLA en niños y adolescentes, cuyo diagnóstico incluye, el mielograma, inmunofenotipo, índice de ADN, citogenética y biología molecular. El monitoreo de esta patología puede realizarse mediante la evaluación de la enfermedad minina residual (EMR), que puede llevarse a cabo mediante pruebas de biología molecular como la reacción de cadena de la polimerasa (PCR) y la next generation sequencing (NGS) o por citometría de flujo de nueva generación (NGF), ya que se ha demostrado que ambas tienen semejante sensibilidad. La EMR a los 15 días después del diagnóstico evalúa la respuesta precoz del tratamiento y es usada actualmente como pronóstico independiente para estratificar el nivel del riesgo de los pacientes, que puede ser riesgo estándar (<0.1%), intermedio (0.1% - 10%) y alto (>10%) de recaída. Esta información es valiosa porque si fuera necesario puede cambiarse el tratamiento de inducción y prevenir recaídas posterior al termino de tratamiento. El riesgo de recaída es generalmente proporcional al nivel de EMR, aunque también depende de los subtipos de LLA según clasificación genotípica y fenotípica.